Dios Padre, Generador Del Amor

Él amó primero y por eso creó. Él diseñó el albedrío para que tenga sentido y pueda existir la perfección, que jamás se la podría sentir si no fuera luchada. Él diseñó, junto a no sabemos qué otras fuerzas o planes, el dolor físico y el vacío interior para que, por contraste, se pueda entender lo que es el alivio y la felicidad profunda. No es un tema de un juego cruel, sin sentido de bien
Cuando Jesús decía “Padre nuestro que estás en el cielo”, no se refería a un lugar sino a un estado, que puede ser lejano o cercano. “venga a nosotros tu reino” significa que sí es posible hacerlo realidad y que deberíamos luchar por ello.
Es un misterio maravilloso que el Creador, el Altísimo, pueda ser llamado Padre, por su enorme benevolencia y amor paternal.
Es casi inútil tratar de definir a Dios Padre, de descifrarlo, dentro de nuestra limitada mentalidad; podría ser incluso inútil.
Hay ciertas personas que incluso rechazan la imagen o el nombre de Dios Padre, por su historia familiar con el padre carnal.
Dios es quien ha puesto los mandamientos y aquellos que desean vivir en libertinaje, sin límites, rechazan las leyes éticas.
También se da es muchos círculos un enorme rechazo al Padre por el sufrimiento de personas inocentes; algunos inclusive lo llegan a mirar como un ser insensible, que juega con las peripecias humanas. Pero esto no es así, ya que Dios padre sufre por nosotros, pues es Él es amor.

Es imposible descifrar todos los laberintos de la creación, las fuerzas que intervienen en el destino del hombre y de todo el universo. Es bueno pensar en que más que un Ser Todopoderoso conlleva una sensibilidad involucrada en el amor, que depende de nosotros, de nuestros actos, de nuestros dolores y de nuestra alegría. No es dable enfocar todo en el corto plazo y en la respuesta inmediata. Mirando un poco más allá, el dolor ha sido diseñado para transformarse en Gloria.

¿Dios juzga, castiga y lo hace sin inmutarse? No, definitivamente no. El sentido que Él ha dado al castigo no lo entendemos bien; las religiones y escrituras sagradas muy posiblemente han tergiversado el infierno, el fuego eterno y han presentado de manera alejada a la realidad a un Dios que nos ha colocado contra la pared y que nos dice: “te portas bien o te condenas”.

No podemos entender todavía la interrelación que existe entre nuestra existencia y la del Padre, que nos creó por amor. No podemos entender hasta qué punto Él, más que todopoderoso, es un ser dependiente de nuestro amor, de nuestra respuesta. Y no sabemos tampoco la relación inicial de las fuerzas del mal, los contrapesos, el poder de que encierran y si aprisionan a Dios de alguna manera. Desde que existe el albedrío y la libertad de escoger, preferimos pensar en que Dios es vulnerable y con capacidad de resultar afectado. Para nada deseamos verlo como un Psicópata que nos arrinconó y que hace justicia de manera implacable. Esto no es así. La principal prueba la tenemos de su propio Hijo, quien se apareció al gestor de este movimiento y le pidió: “AYÚDAME A CARGAR ESTA CRUZ”, lo que significa que todo es compartido, incluso el dolor.

Cuando aprendemos a conversar con Dios en doble vía y logramos escuchar su respuesta, podremos sentir que en ciertas ocasiones Él nos sonríe. La forma más palpable de sentirlo es por la Presencia de su Santo Espíritu. Los múltiples dones que nos puede traer son derivados del amor. Al compenetrarnos con ellos seremos más capaces de percibir la esencia del Padre.

Y al profundizar en la comprensión de la trayectoria de Jesús, de Cristo, podremos llegar al fondo más sublime de su amor, ya que en esta naturaleza humana fue capaz de compartir las vivencias, alegrías, tentaciones y dolores por las que pasamos.

En medio de la dureza de esta vida, Dios nos regala momentos de dicha inigualable. Son suficientes unos pocos actos de compasión, de renuncia en su nombre, por las necesidades del prójimo, del bien y en aras del amor, para que Él nos devuelva de una manera inesperada y maravillosa. Hay que saber dar gracias al Dador de Vida, ya que en medio de todo el hecho de haber nacido puede ser una experiencia maravillosa, así sea por instantes; todos los momentos de dolor se tornarán en gloria.

Los actos de humildad, de perdón hacia los demás y de arrepentimiento por nuestros malos actos, las acciones a favor de la equidad, de la justicia, de la inclusión y de la justicia generan una alta alegría en la naturaleza divina, quien puede llegar a sonreírnos con una enorme satisfacción. Mayoritariamente su Presencia se manifiesta a través de su Espíritu Divino y en ocasiones puede enviar a sus arcángeles, cuando tiene algún mensaje importante para comunicar. El Espíritu Santo, que es parte de su Esencia, es la conexión de amor que Él mantiene con nuestros espíritus individuales y constituye la fuerza que influye en nuestra inteligencia y en nuestra alma, colaborando para que esta se eleve, para que llegue a alcanzar niveles compatibles con la chispa divina, dando así a nuestra existencia una tónica y enfoque trascendentes. De esta manera sembraremos amor, bienestar y cuando nuestro cuerpo e inteligencia mueran, nuestra alma y espíritu partirán juntos.

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